09 octubre 2012

Desde siempre, como un Zombi



Aprovechando el estreno de la nueva temporada de The Walking Dead hemos considerado oportuno tratar este subgénero olvidado y/o ridiculizado durante años. No vamos a entrar en el origen etimológico de la palabra ni en los ritos haitianos, no en este apartado. Nos centraremos en las características popularmente conocidas y asociadas al concepto de zombi. Seres con instintos caníbales a los que solo se puede matar golpeando o disparando en la cabeza, muertos resucitados sin alma ni demasiadas capacidades (físicas y mentales). Elementos indispensables para su caracterización hoy en día. Todas ellos elaborados y presentados en el cine por un hombre, George A. Romero. Posiblemente padre de todos los clichés que se presuponen a los muertos vivientes.




Sin embargo el tema de la zombificación ya se había tocado en “La legión de los hombres sin alma” pero la idea del zombi actual poco tiene que ver con la expuesta en aquel film. Las bases de como debían caminar, cuales eran sus instintos, que relación tenían con los humanos, como y porqué aparecían, tienen lugar en “La noche de los muertos vivientes” (1968) una película de terror más no de grito fácil.

La ambientación en blanco y negro junto a la interpretación de los descompuestos y vivos la hace como mínimo imprescindible para entender la progresión del subgénero. Mención aparte merece su banda sonora, terroríficamente preciosa. 

En tiempos de la conquista espacial, la caída de un satélite era la explicación para que los muertos de repente empezaran a despertar por efectos de la radiación. Aunque las caracterizaciones de hoy en día son parecidas los motivos son bien distintos, virus infecciosos, posesiones, maldiciones, etc. Los personajes (vivos) que van apareciendo se ven atrapados en una casa que es asediada por los muertos que buscan saciar su hambre. No esperéis gore, entre otras cosas porque hay ausencia de color, pero sí mucha angustia y desesperación por parte de los únicos vivos en muchos kilómetros. Hay cierta lentitud compensada con un sorprendente final. Los protagonistas, en muchas películas prevalecen por encima de la historia, en esta no.

No descubriré lo que a Barbra le depara. En la que sería la primera parte de una trilogía se deduce bien “poco”. Solo se sabe como matarlos y que se reproducen infectando a los vivos después de morderlos. A los que desean dar saltos de susto en el sillón mejor vean Telecinco. Viéndola en su contexto y dándole importancia a los diálogos y atmósferas, la película se vuelve por muchos momentos entrañablemente sobrecogedora con una primera media hora para la historia.


El amanecer de los muertos” (1978) también centra la trama en la tragedia humana del desamparo producido por el aislamiento. En un mundo abarrotado por zombis, los protagonistas se refugian en un centro comercial (algo muy actual por entonces) Un elemento que diferencia esta entrega de la antecesora es el gore. Pasamos de ver efectos basados en el embutido de nevera a una especialización en los maquillajes creando escuela para el subgénero. Los efectos son algo cutres y las secuencias de acción mejorables aunque generosas. La crudeza y realismo de la tercera película aún queda lejos. Diez años después el color da juego para los detalles en las caracterizaciones y eso se explotó al máximo, secuencias con muchos cortes para sustituir actores por muñecos, primeros planos de la sangre y sobre todo rienda suelta a la violencia. 

Eso sí, se da más protagonismo a las relaciones personales, creando ciertos dilemas para los personajes a la hora de acabar con un compañero convertido. Ya no es una novedad ver cadáveres deambulando, por lo que hay grupos de militares realizando sus matanzas aunque las infecciones parecen ir más deprisa. Es fácil encariñarse con los personajes del film, quizás por ello Romero decidiera darles un final diferente a la anterior.


El Día de los muertos” (1985) es sin duda, para quien escribe, la mejor de la trilogía del subgénero. La noche ya no es un elemento indispensable. De hecho las primeras escenas con miles de muertos vagando por las calles durante el día son de lo mejor. Ya en la segunda película nos mostraban a los zombis como seres con actividades diurnas pero aquí los maquillajes rozan la perfección. El gore puede ser cómico si se abusa de las latas de pintura. En esta parte solo hay escenas para sobrecogerse. El mundo ya no es tal y como lo conocíamos. Hay un ser humano por 400.000 zombis. 

Se hace imposible su exterminación así que un grupo de científicos experimenta con ellos buscando soluciones. Ayudados por militares y atrincherados en el subsuelo salen a la caza de sujetos experimentales. Por momentos parece que el ser humando puede dominarlos. Magnífico el personaje del científico loco en constante lucha dialéctica con los militares, ¿los zombis pueden ser amaestrados? Una vez más las miserias personales vuelven a ser el peor enemigo. Como en la primera parte, Romero recurre a una protagonista femenina aunque con un final más comercial.

Casi tres décadas pasan entre las tres películas. La evolución es notable. Entre tanto Romero se atrevió con diferentes films de la misma temática, pero estos tres tienen un hilo conductor: la exterminación de los muertos. A modo de mensaje quedan las tramas entre los personajes, algo que inicialmente no se pensó pero que el tiempo ha establecido como requisito fundamental para el género de terror.

By Zepelinés

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