Aprovechando el estreno de la nueva
temporada de The Walking Dead hemos considerado oportuno
tratar este subgénero olvidado y/o ridiculizado durante años. No
vamos a entrar en el origen etimológico de la palabra ni en los
ritos haitianos, no en este apartado. Nos centraremos en las
características popularmente conocidas y asociadas al concepto de
zombi. Seres con instintos caníbales a los que solo se puede matar
golpeando o disparando en la cabeza, muertos resucitados sin alma ni
demasiadas capacidades (físicas y mentales). Elementos
indispensables para su caracterización hoy en día. Todas ellos
elaborados y presentados en el cine por un hombre, George A.
Romero. Posiblemente padre de todos los clichés que se
presuponen a los muertos vivientes.
Sin embargo el tema de la zombificación
ya se había tocado en “La legión de los hombres sin alma” pero
la idea del zombi actual poco tiene que ver con la expuesta en aquel
film. Las bases de como debían caminar, cuales eran sus instintos,
que relación tenían con los humanos, como y porqué aparecían,
tienen lugar en “La noche de los muertos vivientes”
(1968) una película de terror más no de grito fácil.
La
ambientación en blanco y negro junto a la interpretación de los
descompuestos y vivos la hace como mínimo imprescindible para
entender la progresión del subgénero. Mención aparte merece su
banda sonora, terroríficamente preciosa.
En tiempos de la conquista
espacial, la caída de un satélite era la explicación para que los
muertos de repente empezaran a despertar por efectos de la radiación.
Aunque las caracterizaciones de hoy en día son parecidas los motivos
son bien distintos, virus infecciosos, posesiones, maldiciones, etc.
Los personajes (vivos) que van apareciendo se ven atrapados en una
casa que es asediada por los muertos que buscan saciar su hambre. No
esperéis gore, entre otras cosas porque hay ausencia de color, pero
sí mucha angustia y desesperación por parte de los únicos vivos en
muchos kilómetros. Hay cierta lentitud compensada con un
sorprendente final. Los protagonistas, en muchas películas
prevalecen por encima de la historia, en esta no.
No descubriré lo
que a Barbra le depara. En la que sería la primera parte de
una trilogía se deduce bien “poco”. Solo se sabe como matarlos y
que se reproducen infectando a los vivos después de morderlos. A
los que desean dar saltos de susto en el sillón mejor vean
Telecinco. Viéndola en su contexto y dándole importancia a los
diálogos y atmósferas, la película se vuelve por muchos momentos
entrañablemente sobrecogedora con una primera media hora para la
historia.
“El amanecer de los muertos”
(1978) también centra la trama en la tragedia humana del
desamparo producido por el aislamiento. En un mundo abarrotado por
zombis, los protagonistas se refugian en un centro comercial (algo
muy actual por entonces) Un elemento que diferencia esta entrega de
la antecesora es el gore. Pasamos de ver efectos basados en el
embutido de nevera a una especialización en los maquillajes creando
escuela para el subgénero. Los efectos son algo cutres y las
secuencias de acción mejorables aunque generosas. La crudeza y
realismo de la tercera película aún queda lejos. Diez años después
el color da juego para los detalles en las caracterizaciones y eso se
explotó al máximo, secuencias con muchos cortes para sustituir
actores por muñecos, primeros planos de la sangre y sobre todo
rienda suelta a la violencia.
Eso sí, se da más protagonismo a las
relaciones personales, creando ciertos dilemas para los personajes a
la hora de acabar con un compañero convertido. Ya no es una novedad
ver cadáveres deambulando, por lo que hay grupos de militares
realizando sus matanzas aunque las infecciones parecen ir más
deprisa. Es fácil encariñarse con los personajes del film, quizás
por ello Romero decidiera darles un final diferente a la
anterior.
“El Día de los muertos”
(1985) es sin duda, para quien escribe, la mejor de la trilogía
del subgénero. La noche ya no es un elemento indispensable. De hecho
las primeras escenas con miles de muertos vagando por las calles
durante el día son de lo mejor. Ya en la segunda película nos
mostraban a los zombis como seres con actividades diurnas pero aquí
los maquillajes rozan la perfección. El gore puede ser cómico si se
abusa de las latas de pintura. En esta parte solo hay escenas para
sobrecogerse. El mundo ya no es tal y como lo conocíamos. Hay un ser
humano por 400.000 zombis.
Se hace imposible su exterminación así
que un grupo de científicos experimenta con ellos buscando
soluciones. Ayudados por militares y atrincherados en el subsuelo
salen a la caza de sujetos experimentales. Por momentos parece que el
ser humando puede dominarlos. Magnífico el personaje del científico
loco en constante lucha dialéctica con los militares, ¿los zombis
pueden ser amaestrados? Una vez más las miserias personales vuelven
a ser el peor enemigo. Como en la primera parte, Romero
recurre a una protagonista femenina aunque con un final más
comercial.
Casi tres décadas pasan entre las tres
películas. La evolución es notable. Entre tanto Romero se
atrevió con diferentes films de la misma temática, pero estos tres
tienen un hilo conductor: la exterminación de los muertos. A modo de
mensaje quedan las tramas entre los personajes, algo que inicialmente
no se pensó pero que el tiempo ha establecido como requisito
fundamental para el género de terror.
By Zepelinés